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20 de octubre de 2008

El niño con el pijama de rayas

Ayer tuve oportunidad de ver esta espléndida película, basada en el best seller del mismo nombre, escrito por John Boyne. La historia trata de un niño, Bruno, que... Espera... No, no puedo decir sobre qué trata... No voy a ser yo quien cometa el error que ya han cometido muchos (incluyendo los trailers y el cartel de la película), que desvelan de un plumazo la base del argumento. En palabras propias del autor, es importante empezar el libro sin saber de qué se trata -y por extensión, la película-. Pero por desgracia, la publicidad manda en el cine, y para vender la película han mostrado escenas clave de la trama. Imagino que, a estas alturas, quedarán ya pocos que no sepan de qué trata la historia, pero por si acaso, mantendré el secreto.

Creo que esta no es una película simplemente para "ver", sino más bien para "descubrir". Descubrir multitud de detalles, aparentemente sin importancia en la trama, pero que tienen una relevancia bestial en la forma en que los personajes (en especial Bruno, el niño protagonista) van descubriendo la oscura realidad que les rodea. Miradas, gestos, sonrisas, que cobran mucha más fuerza cuando uno conoce el trasfondo de sus pensamientos en cada instante de la historia -cosa que obviamente se pierde en la película- y que quedan perfectamente plasmados en el libro. El espectador no debe perder detalle de esos matices, que le harán ver la historia como debe verse: desde los ojos inocentes de un niño que apenas puede entender nada de lo que ocurre a su alrededor, y que únicamente busca un amigo con quien jugar y lugares para explorar. De esa forma va poco a poco entendiendo que su mundo de sueños no es tal; que la tristeza y el dolor también tienen cabida en su entorno, y que el horror, aunque no comprenda aún su magnitud, está sólo a unos pasos, detrás de una alambrada.


Un pequeño detalle muy revelador, que es original en la película, es la cita que se muestra en pantalla al inicio de la misma, y que en mi opinión refleja perfectamente la moraleja que debemos guardarnos al salir de la sala:

“La niñez mide por olores, sabores y visiones... antes de que llegue la oscura edad de la razón”


En cuanto al libro, creo que es una auténtica joya: escrito en forma de fábula, con un lenguaje infantil y sencillo que nos sumerge en la mente de Bruno y en sus sentimientos, se lee de forma rápida y muy amena. Es cómo estar leyendo un cuento para niños... hasta que llegas al final.

En general, cuando se trata de una película adaptada de un libro, suelo ser de la opinión que es mejor ver primero la película y después leer el libro, por la sencilla razón de que el libro siempre es mejor. Naturalmente, en este caso también se cumple esta última premisa: el libro es mucho mejor que la película. Sin embargo, no tengo tan claro cual debe ser el orden ahora. Me atrevería a decir que si uno no se ha leído antes el libro, la película puede parecerle demasiado superficial, carente de trama sólida o con poca fuerza, y puede llegar a defraudar. Leyendo el libro primero, uno descubre en la película los matices y detalles de los que hablaba, y toda la trama parece mucho mejor hilvanada. Aunque, por supuesto, esto también tiene el inconveniente de que uno ve, con estupor, cómo la película se permite algunas licencias -absurdas, a mi entender- que emborronan un poco la buena sensación general.


Resumiendo una película que no debéis perderos y un libro imprescindible. Os dejo el enlace del trailer en español, por si queréis verlo,

¡Ah! Y un último consejo: llevad un buen cargamento de pañuelos.... vais a llorar, fijo.

6 comentarios:

redondeado dijo...

¿Mejor primero el libro o la película? Pues hombre, depende. Si el libro es un tostonzaco (véase LOTR y tómese como opinión personal, que ya sé que hay millones a quienes les han encantado), pues mejor el clásico "me espero a que salga la película" y me lo ventilo en un pis pas :).

De todas formas, son dos entidades artísticas diferentes. Evidentemente no es lo mismo contar una historia con imágenes que sólo con palabras. A cada cosa lo suyo. Unas veces ganará una y otras la otra.

Además, se supone que a veces una película intenta ser fiel al libro / relato / cómic / loquesea y otras no tanto, o incluso no se parecen en nada.
A este respecto, me llevé una sorpresa cuando me compré un libro: "Doce monos", me lo leí y me pareció genial. Cuando fui a ver la peli de Terry Gilliam, resulta que me sabía las escenas plano por plano y me dio mucha rabia que fuese tan literal. Resulta que el libro era la versión novelada de la película, que debieron sacar simultáneamenete. D'Oh! :)

Miguelón dijo...

Estoy de acuerdo contigo, aunque por mi experiencia, siempre que he visto cualquier adaptación de un libro al cine, el libro siempre resulta ganador. Y en los casos en que no es así, resulta que es porque el libro es posterior a la película.

En este caso te aseguro que el libro no es ningún tostón: de hecho, se lee de un tirón. La película es bastante fiel al libro pero, como ya digo, hay detalles -no triviales- que se inventan o que omiten. No es nada grave para la historia, pero sí resulta "molesto".

Te aconsejo que lo leas, aunque creo que tú ya conoces el final :-P. Pero da igual, la historia merece la pena.

Esteban dijo...

Disclaimer: sólo he leido el titular. Comento así que estoy empezando el libro y que no se nada de la historia, pero prometo volver cuando lo lea, a dejar un comentario sesudo :D

Miguelón dijo...

Perfecto. Esperamos entonces ansiosos tu opinión al respecto... :P

Anónimo dijo...

Yo el libro me lo consumí en 3 dias. Se lee de un tirón, es de una facilidad de ectura increible y te engancha su emotividad. como siempre prefiero el libro al cine, a pesar de ser un blogger de cine muy aficionado al mismo.

suerte en 20 minutos, donde concurso, y espero subas en ranking. Desde aquí mi mas sincera enhorabuena por tu blog, y animo.

Miguelón dijo...

Gracias por los ánimos, Davicine. Y por la visita. :D

Suerte en tu participación en el concurso de los 20blogs.

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