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31 de julio de 2007

Praias, Sol... e Mulheres

Reconozco que últimamente tengo la mala costumbre de enamorarme rápidamente de los lugares que visito cuando salgo de vacaciones. Y esta vez no podía ser una excepción.

La Albufeira es un sitio excepcional, que debería ser punto de paso obligatorio de todos aquellos turistas amantes de las buenas playas. Una ciudad muy viva, repleta de turistas como no podía ser de otra manera, y muy hospitalaria. No exagero si digo que, cuando uno entra allí por primera vez, casi con toda seguridad se sentirá como en casa. Si uno va despistado, y no se fija demasiado, puede tener la impresión de que ni siquiera ha salido de España, y que se encuentra en alguna zona de las costas gaditanas. Solo las matriculas de los coches y los carteles de los comercios y restaurantes te hacen darte cuenta de donde estás realmente.

Continúa...

Las playas, como digo, es uno de sus puntos más llamativos. Y no solo por el sol espléndido, la fina arena y el agua azulada... el paisaje también se tiene muy cerca, aunque no se pueda tocar: lindas portuguesas de ojos claros, voz dulce y curvas peligrosas, que le alegran a uno la vista y le levantan... el ánimo.

Como decía, volviendo a las playas propiamente dichas, destacan en especial las calas situadas al extremo occidental del la ciudad: pequeñas playas -algunas, casi vírgenes- resguardadas por imponentes paredes rocosas, que parezcan querer protegerlas de la vista del hombre y su naturaleza destructora. Algunas de estas calas pueden visitarse en coche y darse un baño en ellas, disfrutando de una playa intimista en compañía de las innumerables gaviotas que las pueblan. A otras, en cambio, parece que solo se pueda llegar por mar, en alguna de las lanchas que dan un paseo por los arrecifes costeros de la Albufeira. No dejeis pasar la oportunidad de alquilar uno de esos paseos en lancha y visitar estas calas si algún día vais por allí. Son los 10 euros mejor gastados de mi vida (creo).

En cuanto al agua del mar, que decir... ¡está fría de pelotas!. Hay que tenerlos muy bien puestos para dejar que el agua supere la linea de flotación de los mismos. Pero si eres capaz de aguantar más de 3 minutos, notarás que las piernas han dejado de dolerte. Lo demás es cuestión de armarse de valor y lanzar el resto del cuerpo de cabeza al agua (nunca entenderé la manía que tienen las mujeres de hacer de la entrada un auténtico suplicio, entrando centímetro a centímetro). Tras unos breves chapoteos, en unos minutos te acostumbrarás y pasarás a un estado de relajación total. Eso sí, ¡no dejes de moverte!

También existe la posibilidad de acercaros a Olhao, una ciudad a unos 40 kilómetros de Albufeira, de la que parten cada hora (más o menos, y dependiendo de la época) varios ferris que nos acercan a las islas cercanas de Culatra, Barreta o Armona. Nosotrs visitamos la primera de ellas, Culatra, aconsejados por el dueño de la casa donde nos alojamos. Y la verdad, no nos defraudó.
Se trata de una pequeña isla, muy familiar donde solo existe una calle principal (calle, por llamarla de alguna manera) y las casas a ambos lados de la misma, que parecen fabricadas por sus propias manos. Allí, la gran mayoría se dedica a la pesca, que es, con mucho, la principal actividad económica de la comarca.

Volviendo a la Albufeira, no puedo pasar sin recomendar encarecidamente que visiteis el casco viejo. Se trata de una zona comercial y de ocio tremendamente viva. La plaza principal está repleta de restaurantes y bares con sus respectivas terrazas, a cual más grande, en las que los chefs de turno esperan con su mejor sonrisa a los turistas y les ofrecen su mejor lugar. Y por si fuera poco, salpicados entre locales de ocio, bares de copas y pubs, puedes encontrar abiertas hasta altas horas de la noche tiendas de ropa, de regalos y souvenires, complementos, etc. Es como un gran complejo comercial al aire libre, donde si vais con mujeres, estais perdidos.

Y en cuanto a lo que fue nuestra estancia allí, poco más puedo decir, a parte de que perreamos hasta el infinito y más allá como diría aquel. La casa, como podeis ver, estaba genial... con su piscinita y todo.

Pero cuando te lo estás pasando tan bien, al reloj le da por acelerarse de una manera bestial, y cuando menos te lo esperas salta la alarma que te avisa de que debes emprender viaje de vuelta.

Y Regresé a Madrid este sábado, con el convencimiento de que siete dias de vacaciones no sirven más que para dejarte con la miel en los labios, vayas donde vayas. No te da tiempo a desconectar, ni a disfrutar el lugar todo lo que se merece. Y al final, vuelves como si en lugar de haber estado realmente allí, no hubiera sido más que un bonito sueño.

En fin, lo dicho... que apunteis la Albufeira como vuestro próximo destino de vacaciones (despues de Egipto, que ya lo tendríais que estar preparando :). Yo, mientras tanto, iré subiendo algunas fotos a Flickr para que las disfruteis.

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