... y yo lo vi.
Ocurrió justamente hoy, hace un cuarto de siglo: 21 de Diciembre de 1983. En un miércoles cualquiera en aquella época de brasero y mesa camilla, y teléfono de dial. Las miradas de España entera estaban puestas en Sevilla; con un frío que pelaba los huesos y la congoja aún reciente de los accidentes de Barajas que se habían saldado con casi 300 muertos.
Aquella noche había que olvidarse del destino. La selección española de fútbol se jugaba, en el estadio Benito Villamarín, la clasificación para la Eurocopa de Francia del 84, en el último partido de su grupo, ante la débil selección de Malta. No valía sólo con ganar -algo aparentemente sencillo- sino que era necesario hacerlo por una diferencia de 11 goles... ¡11 goles!, para salvar el golaverage en contra con la selección de Holanda. Aunque Malta era débil, marcar 11 goles a un equipo en una fase de clasificación es, para que nos entendamos, como intentar hacer un fuera de juego con un futbolín: misión imposible.
El ambiente invernal era tan frío como el ánimo de los 25.000 espectadores que acudieron al estadio, resignados por el destino de una selección que no terminaba de convencer. Que ni siquiera siendo anfitriona en el Mundial de Naranjito, logró hacer un buen papel. Se nos había negado la puerta de las competiciones internacionales, una vez tras otra, y si un milagro no lo impedía, aquella no sería la excepción.
Santillana recuerda aquél día como una verdadera batalla que sólo unos locos como ellos podían ganar. Hasta hicieron sus cálculos para llegar a la conclusión de que tendrían que hacer una media de una ocasión cada 2 minutos, para tener garantías de llegar a los 11 goles. Pero claro, en el deporte, como en todo, las planificaciones únicamente sirven para invocar la maldición de Murphy, que al final da al traste con todo. Así, para colmo de sus males, la selección falló un penalti a los 2 minutos de comenzar; a los 24' se dejó empatar a 1 por Malta, que no era capaz de meterle un gol ni al arcoiris; y al llegar al descanso los nuestros sólo ganaban por un pírrico 3-1. Si 11 goles en 90 minutos era una gesta imposible, 9 goles en 45 minutos era ciencia-ficción.
Pero ocurrió. Incomprensiblemente ocurrió. En la segunda parte se olvidaron las estrategias, las planificaciones y los tiralíneas: salieron los guerreros a comerse el mundo y a machacar a los Malteses que se santiguaban por si alguno no salía vivo de allí. No dieron ni un sólo respiro. En un mano a mano entre Maceda y Rincón se reparten los siguientes cinco goles en las primeras cinco ocasiones de la segunda parte, como quién se echa un tute en el banco del parque. Sólo entonces, con 8 goles a falta de 25 minutos, volvieron las esperanzas y los aficcionados a las gradas del estadio. Tres goles más, y diez minutos para ese último tanto que firmara el milagro. El que osase meterlo, sabía que no metía sólo un gol, sino también una patada al mísero destino.
Al final, Juan Señor, tras un rechace en la frontal del área, se atreve a rubricar la gesta con un tiro ajustado al palo. Jose Ángel de la Casa, el emotivo narrador del partido, se desgañitaba cantando ese último gol que nos daba el pase a la Eurocopa en un arranque de voz que es ya mítico. Aunque ningún español le escuchaba ya, porque todos estaban gritando tanto o más que él.
Y aún sobraban 7 minutos, en los que Gordillo quiso reivindicarse marcando un decimotercer gol, que inmjustamente no subió al marcador por un inexistente fuera de juego. El portero de Malta, John Bonello, que días antes había afirmado que se retiraría si recibía 11 goles, se cubría la cara esperando su fusilamiento público y rezando para que alguien se atreviese a darle trabajo después de aquello, pongamos una marca de cerveza.
Santillana con 4 tantos, Rincón con otros 4, Maceda con 2, y Sarabia y Señor con un tanto cada uno, dieron a España no sólo el pase a la fase final de la Eurocopa, sino que escribieron una de las páginas más increíbles y hermosas de la historia de nuestro fútbol. Formaron un gran equipo que, un año más tarde, se atrevió a llegar a la final de la Eurocopa y presentar una digna batalla ante la todopoderosa Francia de Michel Platini.
Dicen que uno siempre recuerda lo que estaba haciendo cuando ocurren los grandes acontecimientos de la historia. Y es cierto. Aquél día yo, con siete años y tres meses, estaba dando botes de alegría por el salón de mi casa, saltando del salón a la cocina y rodando por el suelo del pasillo, y empezando a comprender lo que significaba ser aficionado a la Selección.
Aunque imagino que habréis visto estos goles decenas de veces, este post estaría incompleto si no pongo el vídeo. Ahí va. El milagro:
---
2 comentarios:
Me gustaría poder decir que lo recuerdo, pero mentiría como un bellaco. En cambio sí que me acuerdo del mundial del 82, fíjate tú.
Además de viejo y acabado, desmemoriado.
A ver, los del servicio de limpieza, que pasen por aquí, que ya me pueden retirar.
Pues yo del mundial 82 no recuerdo ni un sólo gol... en cambio, todavía tengo pesadillas con Naranjito.
Los 12 goles a Malta es lo mejor que ha hecho la selección hasta esta Eurocopa. Hay que joderse.
Publicar un comentario